"Tales eran sus rostros"


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Nota aclaratoria

Se ha contado para la edición de este cuento con seis documentos, uno manuscrito, tres dactiloscritos y dos versiones publicadas. En el caso del manuscrito, se han consignado en las notas a qué hoja del manuscrito pertenece cada anotación, ya que en algunos casos la autora no sigue en la versión definitiva el orden previsto inicialmente. Para los dactiloscritos, cuando no está anotado a quién pertenece la letra manuscrita, se asume que son anotaciones hechas por SO; cuando se trata de ABC o cuando están mezcladas sus anotaciones con las de la autora, se anota entre corchetes a quién corresponde la letra en cada caso. Las versiones se han enumerado de la siguiente manera:

m: manuscrito en un cuaderno escolar de 15,7 cm de ancho por 21,1 de alto, con márgenes superior y exterior. La escritura está dentro de los márgenes y tiene anotaciones por fuera (10 pp.)
d1: versión dactiloscrita incompleta con anotaciones manuscritas hechas por SO (6 pp.)
d2: segunda versión dactiloscrita con correcciones autógrafas y de ABC (9 pp. y una manuscrita intercalada entre las pp. 6 y 7).
d3: dos pares de hojas sueltas con redacción definitiva del final del cuento, con correcciones autógrafas y de ABC
A: edición de Las invitadas, 1961 (pp. 7-12)
B: edición de Cuentos completos 1, 1999, que se tomó como base (pp. 315-19)

Enrique Chacón y Arturo Matute Castro












Tales eran sus rostros(1)





Tales eran sus rostros; y tenían sus
alas extendidas por encima, dos
cada uno, las cuales se juntaban.
Ezequiel I, 11(2)

 

¿Cómo() los niños menores(4) llegaron a saberlo?(5) Nunca se explicará.(6) Además falta dilucidar(7) qué llegaron a saber, y si(8) ya no lo sabrían(9) los mayores.(10) Se presume, sin embargo,(11) que fue un hecho real,(12) no una fantasía, y que sólo personas que no los conocieron y(13) que no cono­cieron el colegio y a sus maestras(14) podrían negarlo sin sentir algún escrúpulo.(15)

A la hora en que tocaron,(16) inútilmente,(17) como siempre,(18) para man­tener un rito, la campana(19) que anuncia la leche,(20) o(21) un poco más tar­de, en el recreo, cuando se dirigieron corriendo al patio del fondo, o bien, lo que es más probable, inconscientemente, paulatinamente,(22) diariamente, sin orden de edades ni de sexos, llegaron a saberlo, y digo llegaron,(23) porque se advirtió por múltiples manifestaciones(24) que estaban esperando,(25) hasta ese momento,(26) algo que les permitiría es­perar de nuevo y definitivamente,(27) algo muy importante. A ciencia cierta,(28) sabemos que a partir de ese instante, que menciono de modo impreciso, pero sobre(29) el cual se hacen miles de conjeturas,(30) sin per­der la inocencia, pero perdiendo esa despreocupación aparente, tan característica de la infancia,(31) los niños no pensaron en otra cosa.(32)

Después de meditarlo,(33) todo deja presumir que(34) los niños lo supie­ron simultáneamente.(35) En los dormitorios, al dormirse;(36) en el come­dor, al comer;(37) en la capilla, al rezar;(38) en los patios, al jugar a la man­cha o a Martín Pescador, sentados frente a los pupitres, al hacer los deberes o cumpliendo las penitencias;(39) en la plaza, cuando se hama­caban;(40) o en los baños, dedicados a la higiene corporal ((41)momentos importantes, porque en ellos las preocupaciones se olvidan),(42) con la misma mirada hosca y abstraída, sus(43) mentes, como pequeñas má­quinas, hilaban la trama de un mismo pensamiento,(44) de un mismo anhelo, de una misma expectación.

La gente que los veía pasar endomingados, limpios y bien pei­nados, en los días patrios, en las fiestas de la iglesia, o en cualquier domingo, decía(45):

"Estos(46) niños pertenecen a una misma familia o a una cofradía misteriosa. Son idénticos.(47) ¡Pobres padres!(48) ¡No reconocerán al hijo! Estos tiempos modernos,(49) una misma tijera corta todos los niños (las niñas parecen varones y los varones niñas); tiempos sin espirituali­dad, son crueles."(50)

En efecto, sus caras eran tan parecidas entre sí, tan inexpresi­vas como las caras de las escarapelas o de las vírgenes de Luján en las medallas que lucían sobre sus pechos.(51)

Pero ellos, cada uno de ellos, en el primer momento, se sentían solos, como si una armazón de hierro los revistiera(52) incomunicándo­los, endureciéndolos. El dolor de cada uno era un dolor individual y terrible; la alegría también y por lo mismo(53) era dolorosa. Humilla­dos, se figuraban diferentes los unos de los otros,(54) como los perros con sus razas tan dispares(55) o como los monstruos prehistóricos de las láminas. Creían que el secreto, que en ese(56) mismo momento se bifur­caba(57) en cuarenta secretos, no era compartido y(58) no sería jamás com­partido. Pero un ángel llegó, el ángel que asiste a veces a las mu­chedumbres;(59) llegó con su reluciente espejo(60) en alto, como el retrato del candidato, del héroe o del tirano que llevan los manifestantes, y les mostró la identidad de sus caras.(61) Cuarenta caras eran la misma cara;(62) cuarenta conciencias eran la misma conciencia, a pesar(63) de la diferencia de edades y de familia.(64)

Por horrible que sea un secreto, compartido deja a veces de ser horrible, porque su horror da placer:(65) el placer de la comunicación(66) incesante.

Pero quien supone que fuera horrible se adelanta a los aconte­cimientos. En realidad no se sabe si era horrible y se volvía hermo­so, o si era hermoso y se volvía horrible.(67)

Cuando se sintieron más seguros de sí mismos, se escribieron cartas, en papeles de diversos colores, con festones de puntillas o con figuritas pegadas.(68) Al principio eran lacónicas; luego,(69) largas y más confusas. Eligieron(70) lugares estratégicos(71) que servían(72) de estafe­ta,(73) para que los otros las recogieran.(74)

Porque eran cómplices felices, los inconvenientes habituales de la vida no los molestaban ya.(75)

Si alguno pensaba tomar una decisión, los otros inmediatamen­te resolvían hacer lo mismo.(76)

Como si desearan(77) igualarse, los menores caminaban de punti­llas(78) para parecer más altos;(79) los mayores se encorvaban para pare­cer más bajos.(80) Se hubiera dicho que los pelirrojos apagaban el fue­go de sus cabelleras y que los morenos moderaban la oscuridad de una tez apasionadamente oscura. Los ojos lucían todos las mismas rayitas castañas o grises, que caracterizan los ojos claros. Ya ningu­no se comía las uñas, y el único que se chupaba el dedo dejó de ha­cerlo.

Estaban unidos también por la violencia de los ademanes, por las risas simultáneas, por una solidaridad bulliciosa y súbitamente triste que se refugiaba(81) en los ojos, en(82) el pelo lacio o levemente(83) en­crespado. Tan indisolublemente unidos, hubieran derrotado(84) un ejército, una manada de lobos hambrientos, una peste, el hambre, la sed, o el cansancio aplicado que extermina a las civilizaciones.(85)

En lo alto de un tobogán,(86) no por maldad sino por frenesí, estu­vieron a punto de matar a un niño,(87) que se metió entre ellos.(88) En una calle, bajo el entusiasmo admirativo de todos, un vendedor de flores ambulante por poco no pereció con su mercadería.(89)

En los guardarropas, de noche, las faldas azul marino, tablea­das, los pantalones, las blusas, la ropa interior áspera y blanca, los pañuelos se apretujaban en la oscuridad,(90) con esa vida que les ha­bían trasmitido sus dueños, durante la vigilia. Los zapatos juntos, cada vez más juntos, formaban un ejército enérgico y organizado: caminaban tanto de noche sin ellos, como de día con ellos.(91) Un barro espiritual se adhería a las suelas. ¡Ya bastante patéticos son los za­patos cuando están solos! El jabón que pasaba de mano en mano, de boca en boca, de pecho en pecho, adquiría la forma de sus almas.(92) ¡Jabones perdidos entre el dentífrico y los cepillos de uñas y de dien­tes! ¡Todos iguales!(93)

"La voz dispersa a los que hablan.(94) Los que no hablan trasmiten su fuerza a los objetos que los circundan", dijo Fabia Hernández, una de las maestras; pero ni ella, ni Lelia Isnaga, ni Albina Roma­rín, sus colegas, penetraba en el mundo cerrado(95) que a veces mora en el corazón de un hombre solo(96) (que se defiende y que se entrega a su desventura o a su dicha)(97). ¡Ese mundo cerrado moraba en el cora­zón de cuarenta niños!(98) Ellas, por amor a su trabajo,(99) con suma dedi­cación, querían sorprender el secreto. Sabían que un secreto puede ser venenoso para el alma. Las madres lo temen(100) para sus hijos; por hermoso que sea, piensan, ¡quién sabe qué víboras atesora!(101)

Querían sorprenderlos.(102) Encendían las luces de los dormitorios intempestivamente, con el pretexto de revisar el techo donde una cañería se había roto, o con el de(103) cazar las lauchas que habían in­vadido las dependencias principales; con el pretexto de imponer si­lencio interrumpían los recreos, diciendo que la bulla molestaba a algún vecino enfermo o la ceremonia de algún velorio; con el pretex­to de vigilar la conducta religiosa, entraban en la capilla, donde el misticismo exacerbado permitía en raptos de amor divino la articu­lación de palabras desmembradas, pero estruendosas y difíciles, frente a las llamas de los cirios que iluminaban los rostros hermé­ticos.(104)

Los niños, como pájaros aleteando,(105) irrumpían en los cinemató­grafos o en los teatros o en alguna función de beneficencia, pues te­nían oportunidad de divertirse o de distraerse con espectáculos pintorescos. Las cabezas giraban de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, al mismo tiempo, revelando la plenitud de la simulación.(106)

La señorita Fabia Hernández fue la primera en advertir que los niños tenían los mismos sueños; que cometían los mismos errores en los cuadernos y cuando les reprochó el(107) no tener personalidad sonrieron dulcemente, cosa que no era habitual en ellos.(108)

Ninguno tenía inconveniente en pagar por las travesuras de su compañero.(109) Ninguno tenía inconveniente en ver premiado por mé­rito suyo a otros compañeros.(110)

En varias oportunidades las maestras acusaron a uno o a dos de ellos de hacer los deberes del resto de los alumnos, pues de otro mo­do no se podía explicar que la letra fuera tan parecida y las frases de las composiciones tan idénticas.(111) Las maestras comprobaron que ellas se habían equivocado.(112)

Cuando en la clase de dibujo, la profesora, para estimularles la imaginación, les pidió que dibujaran cualquier objeto que sentían, todos dibujaron, durante un tiempo alarmante, alas(113) cuyas formas y dimensiones variaban al infinito sin restar según ella, monotonía al conjunto. Cuando se les reprendió por dibujar siempre lo mismo, re­zongaron y, por último, escribieron en el pizarrón: Sentimos las alas, señorita.(114)

Sin incurrir en un irrespetuoso error, ¿cabría decir que eran feli­ces? Dentro de lo que pueden serlo niños con sus limitaciones, todo induce a creer que lo eran, salvo en verano.(115) El calor de la ciudad pe­saba sobre las maestras.(116) A la hora en que a los niños les gustaba co­rrer, trepar a los árboles, retozar en el pasto o bajar rodando las ba­rrancas, la siesta, la temida costumbre de la siesta, reemplazaba los paseos.(117) Cantaban las chicharras, pero ellos no oían ese canto que vuelve el calor más intenso. Vociferaban las radios, pero ellos no oían ese ruido que vuelve intolerable al verano, con asfalto pegajoso.(118)

Perdían las horas esperando a la zaga de las maestras con pan­tallas que bajara el sol o que amainara el calor, haciendo cuando los dejaban solos involuntarias travesuras como llamar desde el balcón a algún perro que al ver tantos posibles amos simultáneos daba un salto delirante para alcanzarlos, o con pitos catalanes provocaban la ira de alguna señora que tocaba el timbre para quejarse de tanta in­solencia.(119)

Una inesperada donación permitió que fueran a veranear al borde del mar. Las niñas confeccionaron ellas mismas púdicos tra­jes de baño;(120) los niños adquirieron los suyos en una tienda económi­ca, cuyos géneros olían a aceite de ricino(121) pero que eran de corte mo­derno, de esos que caen bien a cualquiera.(122)

Para dar más importancia al hecho de que veranearan por pri­mera vez, las maestras les mostraron con un puntero, sobre el ma­pa, el punto azul, junto al Atlántico, hacia donde viajarían.(123)

Soñaron con el Atlántico, con la arena, todos el mismo sueño.(124)

Cuando el tren partió de la estación, los pañuelos se agitaron en las ventanillas como una bandada de palomas; esto lo registra una fo­tografía que salió en los diarios.(125)

Cuando llegaron al mar apenas lo miraron; siguieron viendo el mar imaginado antes de ver el verdadero.(126) Cuando se habituaron al nuevo paisaje, fue difícil contenerlos.(127) Corrían detrás de la espuma que formaba copos parecidos a los que forma la nieve. Pero el júbi­lo no les hacía olvidar(128) el secreto y gravemente volvían a las habita­ciones, donde la comunicación entre ellos se volvía más placentera. Si no estaba en juego(129) el amor, algo muy parecido al amor los unía, los alegraba, los exaltaba.(130) Los mayores, influidos por los menores, se ruborizaban cuando las maestras les hacían preguntas capciosas y respondían con rápidos movimientos de cabeza.(131) Los menores, con gravedad, parecían adultos a quienes nada perturba. La mayoría tenía nombre de flores como Jacinto, Delio, Margarita, Jazmín, Vio­leta, Lila, Azuceno, Narciso, Hortensio, Camelio: apelativos cariño­sos elegidos por los padres. Los grababan en los troncos de los árbo­les, con uñas duras como de tigre; los escribían sobre las paredes, con lápices carcomidos; en la arena húmeda, con un dedo.(132)
Emprendieron el regreso a la ciudad, con el corazón rebosando de dicha, pues viajarían, de regreso, en avión. Se iniciaba un festi­val de cine aquel día y pudieron entrever furtivas estrellas en el ae­ródromo. De tanto reír les dolía la garganta. De tanto mirar, los ojos se les pusieron punzó.(133)

La noticia apareció en los periódicos;(134) he aquí un texto: El avión en que viajaban cuarenta niños de un colegio de sordomudos,(135) que volvían de su primer veraneo en el mar, sufrió un accidente impre­visto.(136) Una portezuela que se abrió en pleno vuelo ocasionó la catás­trofe.(137) Sólo se salvaron las maestras, el piloto y el resto de los tripu­lantes. La señorita Fabia Hernández, que fue entrevistada, asegura que los niños al precipitarse en el abismo tenían alas.(138) Quiso detener al último, que se arrancó de sus brazos para seguir como un ángel detrás de los otros.(139) La escena la deslumbró tanto por su intensa be­lleza que no pudo considerarla en un primer momento una catástro­fe, sino una visión celestial, que jamás olvidará.(140) Todavía no cree en la desaparición de esos niños.(141)

—Mostrarnos el cielo, para precipitarnos en el infierno, sería una mala jugada de Dios —declara la señorita Lelia Isnaga—. No creo en la catástrofe.(142)

Dice Albina Romarín:

—Todo fue un sueño de los niños, que quisieron deslumbrarnos, como lo hacían en los columpios de la plaza. Nadie me persuadirá de que han desaparecido.(143)

Ni el cartel rojo que anuncia el alquiler de la casa donde funcionaba el colegio, ni las persianas cerradas, desaniman a Fabia Her­nández. Con sus colegas, a las cuales está unida, como los niños lo estaban entre ellos, visita el viejo edificio y contempla los nombres de los alumnos escritos en las paredes (inscripciones por las que los reprendían) y algunas alas dibujadas con destreza infantil, que tes­timonian el milagro.

(144)











Comentarios

I. Lo primero que llama la atención en el proceso de escritura de Silvina Ocampo es el cambio de los títulos del texto a lo largo de las sucesivas versiones. En el manuscrito, el nombre inicial para el cuento fue “El Talismán”. Ya en la primera versión dactilografiada desaparece todo rastro escritural de este título, el cual es sustituido por el de “El Colegio”. En el segundo documento dactilografiado este segundo título convive con el de “Tales eran sus rostros”, añadido a mano y extraído de la cita bíblica agregada también a mano al final del texto. En el segundo y tercer dactiloscritos el título definitivo se extrae de otro contexto paratextual, en este caso un pasaje bíblico que primero se concibe como cierre del cuento y que termina en la versión impresa abriendo la narración (ver nota 2). El traslado del epígrafe desde el final del cuento hasta el comienzo aporta una lectura de la narración que en el caso de la segunda versión dactilografiada se concibió que iluminara sólo de manera retroactiva el significado del cuento. En este cuento existen muchas correcciones que aparentemente se hicieron sobre la marcha, ya que se encuentran anotadas entre líneas, sobre tachaduras o escritas al margen. En el manuscrito, la última página es una reelaboración del inicio del cuento y falta el final, que aparece en el primer dactiloscrito.

II. En el manuscrito, el cuento fue concebido para ser protagonizado por personajes femeninos únicamente. Ya en el primer dactiloscrito, se incluyen ambos géneros entre los miembros del colegio infantil, de manera que SO escribe directamente (o dicta a su asistente) en el primer dactiloscrito pasajes y características que atañen exclusivamente a los colegiales varones y que no se encontraban en la variante manuscrita. Sin embargo, esta vacilación en el género de los protagonistas infantiles del cuento persiste hasta la segunda copia dactiloscrita y hacia el final del cuento se redacta (y posteriormente se enmienda) la noticia de la desaparición física de los colegiales como algo acontecido a un grupo de niñas (ver notas 130 y 131). 

III. Exceptuando las primeras y las últimas dos páginas, la versión manuscrita del cuento fue plasmada sin muchas correcciones ni enmiendas. En el caso de las dos primeras páginas, los añadidos ayudan a precisar y dar coherencia a la trama del cuento; por ejemplo, se añade en los márgenes más información respecto a la hora en que ocurren algunos acontecimientos y se incorporan más acciones que describen la vida de las colegialas (ver nota 32). En la última página del manuscrito, se incorpora una variante importante que modifica radicalmente el comienzo del cuento: aparece la voz de un narrador en primera persona que ofrece la desconcertante y cruel historia como un recuento testimonial, por lo tanto verídico (ver nota 32). Muchas de las correcciones que se identificaron en los dactiloscritos están hechas en letra de Bioy, quien realiza modificaciones bastante específicas y meticulosas, como puntuación, sinónimos, acentos.

IV. En la primera copia dactilográfica es Ocampo quien hace correcciones de estilo que apuntan sobre todo a una mayor intensidad poética en el texto (ver, por ejemplo, notas 49, 60, 66). En la segunda copia dactilográfica, las modificaciones de Ocampo y Bioy se alternan casi con la misma frecuencia. Bioy corrige lo ya reescrito y agregado por Ocampo, de manera que el criterio autoral del primero prevalece como decisión última en la versión definitiva (ver, entre otras, notas 42, 50, 60, 68, 75, 81, 84, 95, 106, 110, 114). Las correcciones de Bioy ayudan a dar mayor dinamismo y fluidez al desarrollo de la trama. Así, por ejemplo: donde Ocampo había escrito “lo que se sabe es que”, Bioy lo transforma en “sabemos”; cuando Ocampo escribe “que los niños parecen cortados todos con la misma tijera”, Bioy transforma el lugar común y ofrece una versión más retocada y fluida: “una misma tijera corta todos los niños”. Las correcciones de Bioy son fundamentales para la versión del texto que hoy conocemos, ya que reelabora dos párrafos en una página manuscrita añadida al dactiloscrito.

Enrique Chacón y Arturo Matute Castro











Notas

(1). En m: El Talismán; en d1 y d2: EL COLEGIO; en d2: <TALES ERAN SUS ROSTROS.>

(2). En d3, al final del cuento:
“Tales eran sus rostros;
y tenían sus alas extendidas,
por encima, dos cada uno,
las cuales se juntaban.”
EZEQUIEL I, 11.

Tales eran sus rostros; y tenían sus alas extendidas
por encima, dos cada uno, las cuales se juntaban.
EZEQUIEL I, 11.

(3). En d1, hay una coma después de "Cómo".

(4). En d1, hay una coma después de "menores".

(5). En d2: llegaron a <antes que> saberlo?

(6). En d1: sabrá <explicará>

(7). En d1: (ileg.) <dilucidar> que es lo que

(8). En d1: <antes> no lo habrían sabido

(9). En d1: las niñas mayores

(10). En m: ¿Cómo llegaron a saberlo <inexplicable> las <menores> más chicas? << es dificil de explicarlo>. nadie lo sabrá> <Creo que todas lo supieron simultaneamente.>

(11). En d1: por incongruente <abstruso> que parezca,

(12). En d1: <no una fantasía>; en d2: Además falta dilucidar qué es lo que llegaron a saber, y si <ya (ileg.)> no lo Sabrían sabido antes que los niños mayores. Se presume, sin embargo, por incongruente que parezca <abstruso> que fue un hecho real

(13). En d1: o

(14). En d2: colegio y <a> sus maestras

(15). En m: [Hoja 10] ¿cómo llegaron a saberlo las niñas menores? Resulta inexplicable. Además falta saber que es lo que llegaron a saber /y no lo sabrían <habrían sabido> antes que las niñas mayores/. Se presume <sinembargo que> no fue algo <real> y que solo una persona <que las conoció que conoció el colegio y sus maestras> ninguna Idealismo podría negarlo. inútilmente; en d2: ¿Cómo los niños menores llegaron a <(ileg.)>saberlo? Nunca se explicará. Además falta dilucidar qué (ileg.) llegaron a saber, y si <ya (ileg.)> no lo hsabrían sabido antes que los niños mayores. Se presume, sin embargo, por incongruente <abstruso> que parezca que fue un hecho real, no una fantasía, y que sólo personas que no los conocieron o que no cono­cieron el colegio y <a> sus maestras podrían negarlo sin sentir algún escrúpulo

(16). En d1, sin coma; en d2, coma añadida.

(17). En d1, sin coma; en d2, coma añadida.

(18). En d1: pero para mantener; en d2: siempre, pero para mantener

(19). En d1: la campana para tomar <que anuncia>

(20). En d1, sin coma; en d2, coma añadida a mano.

(21). En d1: o bien; en d2: la campana para que (ileg.) <anuncia> la leche, o bien un poco

(22). En d1: <diariamente>

(23). En d2, coma añadida a mano.

(24). En d1: manifestaciones, hasta ese momento,

(25). En d1: esperando algo, algo que les permitiera<ría>

(26). En d2, el orden original de la frase dactilografiada es: hasta ese momento, que estaban esperando algo

(27). En d1, sin coma; en d2, coma añadida.

(28). En d1: A ciencia cierta, lo que se sabe es que desde <a partir de> ese instante; en d2: A ciencia cierta, lo que se sabe es <sabemos> [en letra de ABC] que a partir de ese instante

(29). En d1: pero por el cual hay <se hacen> miles de conjeturas; en d2: A ciencia cierta, lo que se sabe es <sabemos> que a partir de ese instante, que menciono de modo impreciso, pero por el cual

(30). En d1: conjeturas los niños no pensaron en otra cosa

(31). En d1: infancia, <los niños no pensaron en otra cosa>

(32). En m: /<Se presume> fué a la hora en que tocaron la campana para tomar la leche o un poco más tarde cuando a la hora recreo se dirigieron corriendo al patio pero desde instante no pensaron en otra cosa/; [Hoja 10] Fue ya la hora en que tocaron <inútilmente como siempre> la campana para tomar la leche? o bien un poco más tarde en el recreo cuando se dirigieron corriendo al patio <del fondo> o bien lo que es más probable <inconvenientemente> paulatinamente sin orden de edades ni de sexo. (ileg.) lo supieron <llegaron a saberlo>. /Y digo llegaron porque se advirtió que hasta ese momento <que estaban> que esperaban esperando algo. Algo que les permitiera esperar de nuevo y definitivamente algo/ Lo único <que se sabe sin ninguna duda> es que desde ese instante <que menciono> /de modo/ impreciso <los niños> no pensaron en <sino en eso> otra cosa. Y que en No perdieron la inocencia pero sí esa inconciencia <despreocupación> tan característica de la edad

(33). En d1: Se presume

(34). En d1: todos

(35). En d2: <Después de meditarlo un poco (ileg.) sin embargo> Todo deja presumir que los niños lo supieron simultáneamente

(36). En d1, coma en lugar de punto y coma.

(37). En d1, coma en lugar de punto y coma.

(38). En d1, coma en lugar de punto y coma.

(39). En d1, coma en lugar de punto y coma.

(40). En d1, coma en lugar de punto y coma y: <o en los baños dedicados cuando se dedicaban a la higiene corporal>

(41). En d1, sin paréntesis: "momentos todos estos importantes"

(42). En d1: que hacen olvidar cualquier preocupación; en d2: En los dormitorios, al dormirse; en el comedor, al comer; en la capilla, al rezar; en los patios <al jugar jugando a la mancha o a Martín pescador (ileg.)>; sentados frente a los pupitres, al hacer los deberes o cumpliendo las penitencias; en la plaza, cuando se hamacaban; o en los baños, (ileg.) dedicaban<dos> a la higiene corporal, <(>momentos todos estos importantes, que hacen olvidar cualquier preocupación <porque en ellas las preocupacinoes se olvidan)> [en letra de ABC]

(43). En d1: las

(44). En d1: <de un mismo anhelo, de una misma expectación.>

(45). En d2: decían

(46). En d1, guión en lugar de comillas

(47). En d1: Son idénticos, idénticos, idénticos.

(48). En d1: que no reconocerán entre ellos al hijo

(49). En d1: en que los niños parecen cortados con la misma tijera. <Sin espiritualidad, son tristes. <sus caras /en efecto/ eran tan parecidas entre sí como las /caras de las/ escaraepelas de las vírgenes de Luján que llevaban en las medallitas sobre sus pechos.>>

(50). En m: En los dormitorios se en el comedor al pensando en eso (ileg.) pensando en eso capilla al (ileg.) rezaban pensando en los patios, sentadas (ileg.) eso corriendo pensando todas los supieres al hacer los deberes en lo mismo se hamacaban en la plaza cuando en eso todas en lo mismo momentos todos estos importantes con la misma expresión hosca y abstracta. La gente que las veía pasar decía pesr Estas niñas pertenecen a una misma familia <o a una cofradía>. Son idénticas; en d2: –Estos niños pertenecen a una misma familia o a una cofradía misteriosa. Son idénticos, idénticos, idénticos. ¡Pobres padres! que ¡No reconceran entre ellos al hijo! Estos tiempos modernos, en que los niños parecen cortados todos con la misma tijera <una misma tijera corta todos los niños> [en letra de ABC] <(las niñas que parecen varones y los varones niños)> [en letra de SO] <Tiempos> [en letra de ABC] son (ileg.) <crueles>

(51). En d2: <En efecto> Sus caras eran tan parecidas entre sí <tan inexpresivas> como las caras de las escarapelas o <de> las vírgenes de Luján <en las medallas>, que llevaban en las medallas <lucían> sobre sus pechos

(52). En d1, con coma; en d2: revistiera, incomunicándolos, <(ileg.)> endureciéndolos

(53). En d1: y por lo mismo casi dolorosa; en d2: por lo mismo casi <era> [en letra de ABC]

(54). En d1: creían que eran diferentes los unos de los otros; en d2: Humillados, creían que eran <se figuraban> [en letra de ABC] diferentes los unos de los otros,

(55). En d1: /o como los monstruos prehistóricos de las láminas/

(56). En d1: <mismo>

(57). En d1: (ileg.) <bifurcaba>

(58). En d1: y <no> sería

(59). En d1: multitudes,

(60). En d1: con sus relucientes espejos <en alto como los manifestantes llevan el retrato de un candiato, de un héroe o de un dictador> y les mostró la similitud de sus caras

(61). En d2: pero un ángel llegó, el ángel que asiste a veces a las multitudes <muchedumbres> [en letra de ABC]; llegó con sus relucientes espejos <en alto, como los manifestantes llevan el retrato de su candidato de su héroe o de un tirano> [en letra de SO] /como el retrato del candidato, del héroe o del tirano que llevan los manifestantes [en letra de ABC]/ y les mostró las similitud <la identidad> [en letra de ABC] de sus caras

(62). En m: Pero ellas cada una de ellas se sentía sola como si una armazón <de piedra hierro> las hubiera <revistiera> revestido incomunicándola endureciéndola. Creían <que eran diferentes las unas de las otras como ciertas veces /de (ileg.) que los (ileg.) dan disparos/> que el secreto no era compartido ni sería nunca compartido por ninguna de ellas. Pero <un> el angel llegó con sus [Hoja 2] múltiples espejos y les mostró sus caras. Eran <todas> la misma cara

(63). En d1: pese a

(64). En d1: familias

(65). En d1: placer goce

(66). En d1: predicación <comunicación. No se sabe si era horrible /y se volvía hermoso, o si hera hermoso y se volvía horrible./> Se escribieron cartas en papel de diferentes colores, /con festones de puntillas o con figuritas pegadas, cuando se sintieron más seguros de sí mismos./; en d2: porque su horror da goce <placer>: el goce <placer> [en letra de ABC] de la comunicación <incesante>

(67). En m: Por horrible que sea un secreto compartido deja de serlo <horrible> porque su horror da placer: el placer de la comunicación; en d2: <Pero por qué quién supones que era <fuera> horrible. <se adelanta a los acontecimientos> tu realidad.> No se sabe si era horrible y se volvía hermoso, o si era hermoso y se volvía horrible.

(68). En d2: <Entre (ileg.) Se> escribieron cartas en papeles de diferentes <diversos> colores, con festones de puntillas o con figuritas pegadas [en letra de ABC] cuando se sintieron más seguros de sí mismos

(69). En A, sin coma.

(70). En d1: tenían

(71). En A, hay una coma.

(72). En d1: que les servía

(73). En d1: donde las dejaban

(74). En d2: eligieron lugares estratégicos, que les servía<n> de estafeta, donde las dejaban <para que /los/ otros las recogieran>

(75). En d1: Cómplices felices: los inconvenientes habituales de la vida no les molestaba ya; en d2: <Porque eran> [en letra de ABC] cómplices felices, los inconvenientes habituales de la vida no les molestaba ya.

(76). En m: Se escribieron cartas de diferentes colores <con unas frases (ileg.) tenían lugares /esperpénticos que les servían de escalera: donde las dejaban. Cómplices felices: los (ileg.) que sus conciencias eran todas la misma conciencia pese a la diferencia de edad y de familias/> si alguna pensaba tomar una decisión las otras inmediatamente resolvían hacer lo mismo; en d1, la última oración forma parte del párrafo siguiente; en d2: Si alguno de ellos pensaba tomar una decisión

(77). En d1: como si hubieran deseado

(78). En d1: igualarse: las <los> menores caminaban en puntillas

(79). En m: Las menores caminaban en puntillas: parecían más altas, las mayores se encorvaban (ileg.); en d2: Como si hubieran deseado<ran> igualarse

(80). En d2: /Se hubiera dicho que los pelirrojos apagaban el fuego de las cabelleras y que los morenos moderaban la oscuridad de su tez (ileg.) <apasionadamente> oscura. Los ojos lucían todos las mismas rayitas castañas o grices, que caracterizan los ojos claros/ /Ya ninguno se comía las uñas y el único que se chupaba el dedo dejó de hacerlo/

(81). En d1: anidaba; en d2: triste que se anidaba <refugiaba> [en letra de ABC] en los ojos

(82). En d1: con <en>

(83). En d1: desmedidamente; en d2: lacio o desmedidamente <(ileg.) levemente> encrespado.

(84). En d1: hubieran podido vencer; en d2: hubieran podido vencer <derrotado> [en letra de ABC] un ejército,

(85). En m: Estaban unidas por la violencias de ademanes, por las vidas por una solidaridad bulliciosa y subitamente triste que se anidaba en los ojos o en el pelo caído lacio o desme [Hoja 3] medidamente encrespado. Unidas tan indisolublemente hubieran podido vencer a un ejército, a una manada de lobos a una peste <a un terremoto casi, a un incendio a una catástrofe>; en d1: a una peste, o el hambre, <o la sed o el cansancio.>; en d2: el cansancio <aplicado que extermina a las civilizaciones.>

(86). En d1, sin coma.

(87). En d1, sin coma.

(88). En d1: no por maldad sino por frenesí

(89). En m: En lo alto de un tobogán estuvieron a punto de montar a un niño que se metió entre ellas. en una calle un vendedor de flores estuvo a punto de perecer con las flores bajo el entusiasmo admirativo de todas ellas; en d1: En una calle, un vendedor <ambulante> de flores, estuvo a punto de perecer con su mercadería, bajo el entusiasmo admirativo de todos ellos; en d2: En lo alto de un tobogán estuvieron a punto de matar a un niño que se metió entre ellos, no por maldad sino por frenesí. En una calle, un vendedor ambulante de flores <ambulante por poco no pereció> [en letra de ABC] estuvo a punto de perecer con su mercadería, bajo el entusiasmo admirativo de todos (ileg.).

(90). En d2: En los guardarropas, de noche, las faldas <azul marino> tableadas, los pantalones, las blusas <la ropa interior áspera y blanca, los pañuelos> se apretujaban en la oscuridad,

(91). En d2: caminaban tanto de noche <sin ellos> como de día <con ellos>

(92). En m: En los guardarropas de noche las faldas p <los pantalones> tableadas las blusas se apretujaban en la oscuridad mientras <sus sueños> ellas dormían. Los zapatos juntos, cada vez más juntos formaban un ejército bien organizado para esperarlas. El jabón que pasaba de mano en mano adquiría [Hoja 4] /esa consistencia extraña con/ forma de alma si el alma tuviera un alma.

(93). En d1: En los guardarropas, de noche, las faldas tableadas, los pantalones, las blusas se apretujaban en la oscuridad, con esa vida que les habían transmitido sus dueños, cuando estos dormían. <durante la vigilia.> los zapatos juntos, cada vez más juntos, formaban un ejército organizado. <Un barro espiritual se adhería a las suelas. Caminaban tanto de noche como de día; ya bastante patéticos son los zapatos sin sus dueños!> El jabón que pasaba de mano en mano, <de boca en boca de corazón en corazón>, adquiría la forma de sus almas, si el alma tuviera una forma. <Y los cepillos de dientes... jabones perdidos entre el dentrífico ¡Todos iguales todos iguales!>; en d2: ¡Ya bastante patéticos son los zapatos sin sus dueños <cuando están solos>! El jabón que pasaba de mano en mano, de boca en boca, de corazón <pecho> en corazón <pecho>, adquiría la forma de sus almas. si el alma tuviera una forma ¡Jabones perdidos entre el dentrífico y los cepillos <uñas y> de dientes! ¡Todos iguales! ¡Todos iguales!

(94). En m: /La voz nos dispersa a los hablan/

(95). En d2: podían penetrar <penetraban> en ese <el> mundo cerrado [en letra de ABC]

(96). En d1: <"> la voz dispersa a los que hablan, los que no hablan transmiten su fuerza a los objetos que los circundan <," dijo Fabia Hernández (ileg.) /una de las/ maestras pero ni ella> Ni Lelia Isnaga, ni Albina Romarín, ni Fabia Hernández, las maestras <sus colegas> podían penetrar en ese mundo cerrado que a veces mora en el corazón de un hombre solo.

(97). En d1, paréntesis agregados.

(98). En m: Ni Delia <Isnaga>, ni Albina Román, ni Fabila Hernandez, podian penetrar en ese mundo cerrado que a veces mora en el corazón de un <pero que aquí moraba en el corazón de cuarenta niñas> sólo hombre; en d1: pero aquí <que allí> moraba en el corazón de cuarenta niños; en d2: que allí <Ese mundo cerrado> moraba en el corazón de cuarenta niños!

(99). En d1: enamoradas de su trabajo; en d2: Ellas, enamoradas de <por amor a> su trabajo,

(100). En d2: Las madres también lo temen

(101). En d1: las madres también lo temen para sus hijos. <por hermoso que sea piensan quién sabe qué víbora atesora>; en d2: piensan <¡> quién sabe qué víboras atesora<!>

(102). En d1, dos puntos.

(103). En d1: o para

(104). En m: querían sorprenderlas: pero nunca hablaban encendían las luces de los dormitorios intempestivamente con el pretexto de revisar el techo donde una cañería se había roto. o bien en los recreos porque la bulla que hacían molestaba a algún vecino enfermo. O bien en la capilla donde el misticismo exacerbado les permitía articular palabras desmembradas frente a las llamas de los cirios que iluminaba sus rostros [Hoja 5] tan herméticos; en d1: con el pretexto de revisar el techo donde una cañería se había roto o para cazar las lauchas que habían invadido las dependencias <más importantes>; en los recreos, porque la bulla que hacían molestaba a algún vecino enfermo <o a algún velorio>; en la capilla, donde el misticismo exacerbado les permitía en raptos de amor divino articular palabras desmembradas <pero estruendosas> frente a las llamas de los cirios que iluminaban los rostros herméticos; en d2: o para <con el de> cazar las lauchas que habían invadido las dependencias más importantes <principales>; <con el pretexto de imponer silencio /interrumpían/> en los recreos porque <diciendo que> la bulla que hacían molestaba a algún vecino enfermo o a <la ceremonia de> algún velorio; <o con el (ileg.) pretexto de observar vigilar la conducta religiosa> /entraban/ en la capilla, donde el misticismo exacerbado les permitía en raptos de amor divino <la>articular<ción de> palabras desmembradas pero estruendosas <y difíciles,> frente a las llamas de los cirios que iluminaban los rostros herméticos. (ileg.)

(105). En d2: <Los niños> [en letra de ABC] Como pájaros aleteando

(106). En m: Como pájaros aleteando en los columpios irrumpían en los cinematógrafos o en los teatros en alguna función de beneficencia. Las cabezas giraban de derecha a izquierda de izquierda derecha al mismo tiempo; en d1: Como pájaros aleteando irrumpían en los cinematógrafos o en los teatros o en alguna función de beneficencia, pues los niños tenían oportunidad de divertirse o de distraerse. Las cabezas giraban de derecha a izquierda, de izquierda a derecha al mismo tiempo; en d2: pues los niños tenían oportunidad de divertirse o de distraerse <con espectáculos pintorescos>. Las cabezas giraban de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, al mismo tiempo <revelando la (ileg.) <plenitud> [en letra de ABC] de la simulación.> [en letra de SO]

(107). En d1: de

(108). En m: La señorita Hernández fue la primera en advertir que tenían los mismos sueños.– que hacían las mismas faltas en los cuadernos <y cuando>– les reprochó <desesperado> la falta de personalidad. Sonrieron misteriosamente; en d2: y cuando les reprochó de no tener <(ileg.) el no tener> [en letra de ABC] personalidad sonrieron dulcemente, cosa que no era habitual en ellos.

(109). En d2: de su <un> compañero.

(110). En m: /Sin embargo notaba en ellas un deseo de asombrarla con pruebas que hacían en los columpios, con bailes, con monerías o con labores llamativas/ Ninguna tenía inconveniente para pagar por las travesuras de otra ninguna tenía inconveniente premiada a otra compañera por sus méritos como si hubieran sido huérfanas; en d1: Ninguno tenía inconveniente de ver premiado a otro compañero por sus propios méritos; en d2: Ninguno tenía inconveniente de ver premiado /por mérito suyo [en letra de ABC]/ a otro<s> compañero<s> por sus propios méritos.

(111). En d2: En varias oportunidades <las maestras> acusaron a una o dos de los alumnos <ellos> de hacer los deberes del resto de las clases, <los otros los alumnos>, pues la letra era tan parecida y las frases de las composiciones tan idénticas <las unas a las otras> /que/ de otro modo no se podía explicar.

(112). En m: [Hoja 6] no recordab Acusaron a una de las alumnas de hacer los deberes de todas; en d1: En varias oportunidades acusaron a uno o a dos de los alumnos de hacer los deberes del resto <de las clases>, pues la letra era tan parecida y la frase de las composiciones tan idénticas, que de otro modo no se podía explicar. Las maestras comprobaron que era una injusticia <que ellas se habían equivocado>

(113). En A, hay coma; en d2: les pidió de <que> dibujar lo que sentían <así> [en letra de ABC], cualquier cosa <objeto> [en letra de SO] que sintieron <sentían> [en letra de ABC], todos dibujaron durante un tiempo alarmante alas,

(114). En m: Comprobaron que era una injusticia <cuando en la clase la profesora para fomentarles> en las clases de dibujo todas dibujaron <durante> desde hacía un tiempo un alas cuyas formas y dimensiones variaban cuando se les reprendió por dibujar <siempre lo mismo> respondieron –es que <las alas> sentimos; en d1: Cuando en la clase de dibujo, la profesora para fomentarles <estimularles> la imaginación, les pidió de dibujar lo que sentían, cualquier cosa que sintieran, todos dibujaron durante un tiempo alarmante alas, cuyas formas y dimensiones variaban al infinito sin quitarles <según ella> monotonía a las formas. Cuando se les reprendió por dibujar siempre lo mismo, resongaron, finalemnte escribieron en el pizarrrón sentimos las alas; en d2: cuyas formas y dimensiones variaban al infinito sin quitarles <sin restar>, según ella monotonía a las formas <l con conjunto>: cuando se les reprendió por dibujar siempre lo mismo, rezongaron, finalmente <rezongaron y por último,> escribieron en el pizarrón. Sentimos las alas, <Señorita.> [en etra de ABC]

(115). En d2: ¿Podría decirse que eran felices? sin incurrir en un irrespuetuoso error? dentro de lo que los <un> niños pueden ser felices<z> <cuando no tiene medios para hacerlo (ileg.) <normalmente>> todo induce a creer que lo eran <en demasía> hasta que sobrevenía <el advenimiento> <d>el verano.

(116). En m: (ileg.) relativamente felices salvo en <hasta que sobrevenía el> verano. El calor de la ciudad pesaba sobre ellas <no tanto como sobre los maestros que rehusaban sacarlas a pasear.> En d2: el calor de la ciudad pesaba sobre todo para las maestras:

(117). En d2: se iniciaba la costumbre de la siesta, a la hora en que les gustaba a los niños correr, trepar a los árboles, retozar en el césped y bajar rodando por las barrancas; en hoja aparte añadida en d2: Sin incurrir en un irrespetuoso error, ¿cabría decir que eran feli­ces? Dentro de lo que pueden serlo niños con sus limitaciones, todo induce a creer que lo eran, salvo en verano. El calor de la ciudad pe­saba sobre las maestras. A la hora en que a los niños les gustaba co­rrer, trepar a los árboles, retozar en el césped <pasto> o bajar rodando las barrancas, la siesta, la temida costumbre de la siesta, reemplazaba los paseos. Cantaban. [en letra de ABC]

(118). En d1: ¿Podría decirse que eran felices sin incurrir en un irrespetuoso error? Dentro de lo que los niños pueden ser felices, <todo induce a creer que> lo eran, hasta que sobrevenía el verano. El calor de la ciudad pesaba sobre todo para las maestras. Se iniciaba la costumbre de la siesta, a la hora en que les gustaba <a los niños> correr, trepar a los árboles, retozar en el césped y rodar bajando por las barrancas. cantaban las chicharras, pero ellos no las oían ese canto que vuelve ese canto que vuelve el calor más intenso. Vocifereaban las radios, pero ellos no oían ese ruido que vuelve intolerable el verano, que vuelve el <con su> asfalto pegajoso.

(119). En d2: Perdían las horas esperando a la zaga de las maestras <con pan­tallas> que bajara el sol o que amainara el calor, haciendo involuntarias travesuras como llamar <desde el balcón> a algún perro que preso del delirio de <al> ver tantos posibles amos <simultáneos> daba un salto <delirante para alcanzarlos> /o con pitos catalanes provocaban (ileg.) la ira de alguna señora que tocaba el timbre para quejarse de tanta in­solencia/ [reescritura del párrafo que aparece en hoja añadida con letra de SO, a continuación del párrafo manuscrito de ABC que citamos en n. 117 de este texto]

(120). En m: Una inesperada fortuna permitió que fueran a veranear al borde del mar. Ellas mismas confeccionaron púdicos trajes de baño

(121). En A, hay coma aquí.

(122). En d2: en una tienda económica. <cuyos géneros olían a aceite de ricino <pero que eran> de corte moderno de esos que sientan [en letra de SO] <caen> [en letra de ABC] bien a cualquiera.> [en letra de SO]

(123). En d2: Con un puntero sobre el mapa, las maestras les mostraron el punto sobre el /junto al/ Atlántico azul /hacia/ donde irían a veranear <viajarían.> [en letra de ABC] Para darle más importancia al hecho de que veranearan, ellos que nunca lo habían hecho, soñaron con el Atlántico, con la arena, todos el mismo sueño. <marítimo cargado de ilusiones> [en letra de SO]

(124). En m: Sonrieron con el atlántico, con la arena / la (ileg.) él dijo dibujen lo que deseaban cualquier que sienten/ [Hoja 7] /el tema las llevaba (ileg.) todas el mismo <cuando> sueño; en d1, con un puntero, <sobre el mapa> las maestras les mostraron el punto sobre el atlántico <azul> donde irían a veranear, para darle más importancia al hecho <de que> poder salir veranear (ileg.) que nunca lo habían hecho. Soñaron con el Atlántico, con la arena, todos con el mismo sueño; en d2: Para darle más importancia al hecho de que veranearan, ellos que nunca lo habían hecho, soñaron con el Atlántico, con la arena, todos el mismo sueño. <marítimo cargado de ilusiones> [en letra de SO]

(125). En m: Pusieron <pusieron> Un (ileg.) de la (ileg.) de ellas <al balneario> los pañuelos se afilaban la noticia <en cada (ileg.)> salió en los diarios perecieron cuarenta niñas <de una escuela> en un avión que las llevaba a veranear por primera vez. Se hablló el cuerpo de una sola. En d1: Cuando el tren los llevó, <partió de la estación>, los pañuelos se agitaron en cada ventanilla como una bandada de paloma: <esto se vio en una fotografía que los días salió en los diarios>; en d2: Cuando el tren partió de la estación, los pañuelos se agitaron en cada <las> ventanilla<s> como una bandada de palomas<;> esto se vio en <lo registra> una fotografía que salió en los diarios [en letra de ABC]

(126). En d2: cuando llegaron al mar apenas lo miraron; todavía contemplaban <siguieron viendo> el mar (ileg.) imaginado y no <antes de ver> el verdadero. [en letra de ABC]

(127). En d2: Coma añadida a mano.

(128). En d2: Pero la euforia que sentían no les hacía olvidar

(129). En d1: cuando llegaron al mar, apenas lo miraron, todavía contemplaban el mar imaginado y no el verdadero. Cuando se habituaron al nuevo paisaje fue difícil contenerlo. Corrían detrás de la espuma que formaba copos tan parecidos a los que forma la nieve. Pero la euforia que sentían no les hacía olvidar el secreto y gravemente volvían a las habitaciones donde la comunicación entre ellos se volvía más placentera. Si el amor no estaba en juego, algo muy pare- [Concluye d1]

(130). En d2: Si el amor no estaba en juego, <el amor,> algo muy parecido la<o>s unía, la<o>s alegraba, la<o>s exaltaba. [en letra de ABC]

(131). En d2: La<o>s mayores <,> influída<o>s por la<o>s menores <,> se ruborizaban cuando las maestras les hacían preguntas capciosas y respondían con <rápidos> movimientos rápidos de cabeza. [en letra de ABC]

(132). En m: Cuando llegaron al mar era difícil contenerlas. Corrieron detrás de la espuma que formaba copos que parecía de <a los que forma la> nieve sobre la arena. (ileg.) pero la euforia que sentían no les hacía olvidar el secreto y gravemente volvían al las habitaciones donde la comunicación se hacía más fácil. Si el amor no estaba en juego algo muy parecido al amor las unía, las alegraba, las exaltaba /asafen/ tres por día / dos días / 3 días/ [Hoja 8] Las mayores influenciadas <idas> por las menores se ruborizaban cuando las maestras les hacían preguntas capiciosas y respondían con movimientos rápidos de cabeza; las menores con gravedad parecían mujeres que nada perturban, la mayoría tenían nombre de flores: Margarita, Violeta, lila, rosa. Los grababan en los troncos de los árboles; en d2: La<o>s menores <,> con gravedad <,> parecían (ileg.) <adultos> [en letra de SO] que <a quienes> [en letra de ABC] nada perturba. La mayoría tenía nombres de flores como Jacinto, Margarita, <Jazmin, > [en letra de ABC] Violeta, Lila, Azuceno, Narciso, Hortencio, Jazmín, Camelio: (ileg.) detalles cariñosos impartidos por los padres. Los grabagan en los troncos de los árboles, <con uñas duras como de tigre;> los escribían sobre las paredes <con lápices carcomidos;> en la arena húmeda, con un dedo [en letra de SO]

(133). En m: Volvieron del <emprendieron el regreso> y balneario a la ciudad con el corazón rebosando de dicha. Era el día que empezaba un festival de cine y pudiera entrever furtivas estrellas en el aeródromo donde tomaron el avión de vuelta. [Hoja 9] Pues les habian facilitado el viaje en avión de tanto reir les dolía la garganta; en d2: /Emprendieron/ el regreso a la ciudad, con el corazón rebozando de dicha <, pues les habían facilitado el viaje [en letra de SO] /viajarían de regreso/ [en letra de ABC] en avión.> Se iniciaba un festival de cine <aquél día> [en letra de SO] y pudieron entrever furtivas estrellas en el aeródromo donde tomaron el avión de vuelta, pues les habían facilitado el viaje en avión. De tanto reír les dolía la garganta. <De tanto mirar /punzó/ se les pusieron los ojos.>

(134). En d2: El mismo día Salió la noticia en los diarios <hasta en Paris Match.>

(135). En d2: niña<o>s de un colegio de sordomudas<os>

(136). En m: /el avión en que viajaban cuarenta niñas de un colegio de sordomudas que volvían de veranear/ /que no pude verla en un primer momento/

(137). En d2: <Una> [en letra de SO] <portezuela> [en letra de ABC] la puerta de entrada del avión <que> [en letra de SO] se abrió en pleno viaje <vuelo> [en letra de SO] produciéndose un golpe de aire que ocasionó la catástrofe.

(138). En d2: asegura que vio la<o>s y niña<o>s caer /al precipitarse/ [en letra de ABC] en el espacio <abismo,> [en letra de SO] <tenían> [en letra de ABC] alas.

(139). En d2: quiso detener al la última<o>, que se arrancó de sus brazos para precipitarse <seguir> [en letra de SO] como un ángel detrás de la<o>s otra<o>s.

(140). En d2: La escena en ese instante la deslumbró tanto por su intensa belleza, que no pudo verla <considerarla> en un primer momento como una catástrofe, sino como una visión celestial, que jamás podrá olvidar.

(141). En m: El (ileg.) mismo día salió la noticia <un accidente ocurrió en una (ileg.)> en los diarios. Cayó <La puerta <del avión> se abrió en pleno aire> un avión en que viajaban cuarenta niñas de un colegio que volvian de veranear. <Solo> se salvaron las maestras. Una de ellas asegura que <el piloto y el resto de los tripulantes, la señorita Hernandez vio las> niñas caer con alas. Quiso retener la última que se arrancó de sus brazos para caer precipitarse como un ángel en el espacio detrás de las otras. La escena trágica en ese instante la deslumbró tanto por su belleza que no la vio como <como una> catástrofe sino como una visión celestial de la cual <que> jamás podría olvidarse .

(142). En d3: –Mostrarnos el cielo para hacernos caer <precipitarnos> en el infierno, sería una mala jugada de Dios –declara la señorita Lelia Isnaga–. Rehúso creer <No creo> en las catástrofes. [en letra de ABC]; en d2: /Mostrarnos el cielo para hacernos caer en el (ileg.) infierno sería una mala jugada de Dios (ileg.) –declara la señorita Lelia Isnaga–. <Rehuso> tendremos que (ileg.) <creer en las catástrofes> nunca podremos comprenderlo <creerlo> dice Albina Romarín/

(143). En d3: –Todo fue un sueño de esos <los> niños, que quisieron deslumbrarnos, como lo hacían en los columpios de la plaza. Nadie me hará creer <persuadirá de> que han desaparecido [en letra de ABC]; en d2: /–Todo <fue> un sueño de esos niños que quisieron deslumbrarnos como lo hacían en los columpios de la plaza. Nadie me hará creer que han desaparecido./

(144). En d3: Ni el cartel rojo que anuncia el alquiler de la casa donde estaba instalada <funcionaba> el colegio, ni las persianas cerradas, desaniman a Fabia Hernández. Con sus colegas, con <a> las cuales está unida, como los niños lo estaban entre ellos, visita el viejo edificio y contempla los nombres de los alumnos escritos en las paredes (cosa por la cual <inscripciones por las que> los reprendían) [en letra de ABC] y algunas alas dibujadas con destreza infantil, que aumentan la sensación de impotencia y de milagro. <que les hacía creer en el milagro. que demuestran el milagro> /Testimonian el milagro. [en letra de SO]/ En d2: <Ni el triste cartel <rojo> que anuncia el alquiler de la casa donde (ileg.) <estaba (ileg.) /instalado/> el colegio, ni las persianas cerradas la desaniman <a Fabia Hernández.> Con sus colegas <con las cuales está unida como los niños lo estaban entre ellos> visita el edificio viejo y contempla los nombres de los (ileg.)  <alumnos> escritos en las paredes (cosa por la cual los reprendían) y algunas alas dibujadas <con destreza infantil> que aumentan la nostalgia sensación /del milagro y de la impotencia y de milagro./
/Tales eran sus rostros;
y tenían sus alas extendidas
por encima, dos cada uno,
las cuales se juntaban
Ezequiel I II 11/ [a mano en el margen derecho; cfr. n. 2 en este texto]