Una trilogía paraguaya tras otra
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La compleja gestación de El fiscal Lo que llama la atención de antemano en la composición de la Trilogía paraguaya, es que distan casi veinte años entre Yo el Supremo y El fiscal; por supuesto casi coincide este periodo con su estadía como profesor en la Universidad de Toulouse, en la que Roa se dedicó a su rol de pedagogo y publicó un montón de artículos y ensayos, como cientista social (1), y también reelaboró ficciones anteriores, como Lucha hasta el alba en el 79 y sobre todo Hijo de hombre en el 82. El fiscal tiene su origen en un descubrimiento de un archivo, en la Biblioteca del Vaticano, de una deposición del padre Fidel Maíz. Fue un sacerdote católico paraguayo, que en el peor momento de la guerra, le cupo ser Fiscal de Sangre, entonces esta dualidad de Padre y Fiscal de Sangre, […] que tuvo muchos conflictos con la Iglesia. El Gobierno Paraguayo, en la década […] 1878-1880, le pagó un pasaje a Roma para ir a pedir a arreglar su situación, en Roma. Y entonces allí él hace una deposición escrita pública, una confesión de todo lo que pasó, y un análisis de la cosa… Eso es lo que recuperó, un antropólogo muy conocido, que también es jesuita, el Padre Bartomeú Meliá,… que era un amigo nuestro, […] y fue Bartomeú quien le pasó las fotocopias de esa declaración a Augusto […], realmente después iba a ser la primera novela que él escribiera después de Yo el Supremo (12).
Bartomeu Meliá me confirmó por mail que le había transmitido aquel informe vaticano del Paí Maíz a Augusto, por desgracia no conserva ninguna copia y no puede dar tampoco con el microfilm, lo único que queda de aquella transmisión entre los dos amigos es un artículo de Melia, sobre el fusilamiento del obispo Palacios, en que intervino Maíz como Fiscal, “El fusilamiento del obispo Palacios. Documentos Vaticanos”, Estudios Paraguayos, XI, 1:25-50, de 1983.
¿Es eso, dijo, lo que llamas justicia justa? ¿Quién puede aplicarla? Si el Tiranosaurio cayera prisionero en este mismo instante por un golpe militar o por un levantamiento popular, ¿quién podría juzgarlo? ¿Una justicia absolutista? ¿La misma que practica el Poder absoluto como un privilegio exclusivo y providencial? ¿Un fiscal omnisciente? ¡Vamos, Félix! No sueñes con esa “justicia justa”. Ella no existe sino como un sueño que se ha cobrado en la realidad innumerables víctimas (17).
¿Pues El fiscal vendría a ser una novela de amor, —o más bien sobre el Amor—, y sobre la vida en pareja? ¿Un caso único en toda la obra roabastiana, si se exceptúa Madama Sui? Sin embargo, por pudor será (18), niega el propio autor su carácter autobiográfico, pero sí confiesa que bien podría ser una carta de amor (19), e incluso una carta póstuma, la de un narrador moribundo que se recupera de una trombosis en casa de la destinataria, “No son un diario íntimo ni la exaltada crónica de una resurrección. Menos aún, ese género espurio de una autobiografía” (20),sino las confidencias del narrador en “ una ininterrumpida carta “póstuma” a una sola destinataria: Jimena.”, pues algo ya muy alejado del proyecto inicial de “trilogía sobre el monoteísmo del poder” (21). De ahí expresiones como “papeles póstumos “, o “carta póstuma a una sola destinataria: Jimena (22), para definir esta obra, por tanto es muy de extrañar que este nivel de lectura sea descartado por la crítica. De ahí también que Félix Moral se dirija de nuevo a ella después del largo intermezzo sobre la Guerra Grande de Burton: “Perdóname Morena el socrático interludio sarmientino y este último, extenso intermezzo bélico de Sr Richard Francis Burton”. Algunos registran (los cuadros) escenas del suplicio en el “cepo paraguaya”, uno de los más terribles de la Guerra Grande. En ellas aparecen el P. Fidel Maíz y los demás fiscales de guerra Centurión, Aveiro, Resquín, Goiburú, Carmona ordenando y presenciando los suplicios; El fiscal Juan Crisóstomo Centurión, (el doble del pintor Cándido López), que había estudiado en las academias de Londres, era novelista y pintor (26).
En cambio, las primeras versiones de El Fiscal, con reporteros traidores y ambiguos en el centro de la narración, como Carmona y sobre todo el Paí Maíz, encajaban a la perfección con las voces duales de Miguel Vera y del Supremo. La trilogía que se parapeta tras la que conocemos habría dicho de modo definitivo la ausencia del autor y del hombre que lo representa, habría rematado la imagen de un autor escrito por sus voces narrativas, por narradores-escribientes que median entre el lector y el libro, con su propio libro, de modo endotextual, poniendo en escena de manera abismal la escritura…
(1). Roa también sobresalió en el ámbito de la antropología, su ensayo del 78, Las culturas condenadas es una buena muestra de ello, y no es el único caso. (2). Tal como lo reza el prefacio, por la caída de Stroessner, en el 89: “La novela quedó fuera de lugar y tuvo que ser destruida…..Esas cenizas resultaron fértiles. En cuatro meses, de abril a junio, una versión totalmente diferente surgió de esos cambios. Era el acto de fe de un escritor no profesional en la utopía de la escritura novelesca”. Ahora bien, muchos pensamos que don Augusto primero dio a leer a amigos, como solía hacerlo, su primera versión, y luego que no la destruyó en seguida, sino que le sirvió de despensa para armar la segunda, de ahí la rapidez, —excepcional respecto de sus habituales ritmos de creación—, de redacción de la versión que conocemos… Pasó lo mismo con Contravida, que empezó en el 66 y que abandonó al cabo de un año y medio, para dedicarse a Yo el Supremo, variando el enfoque del “yo” al “yo/él”. Véase al respecto el testimonio de Amelia Nassi Hannois, en Contravida, novela inédita, Asunción, Acción, n° 258, octubre de 2005, p. 10. (3). Véase la excelente tesina de Doctorado de J. V. Peiró, Análisis de ‘El fiscal’ de Augusto Roa Bastos, Madrid, UNED, 24 de abril de 1995, quién me obligó enviándome gran parte de mis fuentes sobre los hipotextos de El fiscal, que hasta hoy han sido más bien ignorados por la crítica… (4). El recurso endotextual a un reportero es algo muy común en la obra de Roa, piénsense por ejemplo en Macario en Hijo de hombre, o a Ezequiel Gaspar en El fiscal. Aparece el coronel-fiscal pero como personaje secundario en El fiscal que conocemos, “Poco después el coronelSilvestre Carmona, ayudante de campo del mariscal, ex fiscal de sangre, engrosó la larga fila de desertores….”, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1993, p. 324 (véase uno de mis últimos trabajos, “El endotexto roabastiano”, Asunción, Palabras, n° 1, en el cual defino así este concepto, “el endotexto es un texto que se mira y se genera a sí mismo”). (5). “El Sonámbulo”. En Cándido López (Imágenes de la Guerra del Paraguay), Colección La imagen del hombre,Milán, Franco María Ricci edit., 1984. En la versión actual, el hipotexto es aprovechado durante la digresión sobre las pinturas del doble paraguayo de López, por el Ministro de Cultura de Stroessner, El fiscal, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1993,p. 366, “Lleva [la edición] el nombre del pintor argentino como título y pertenece a una colección producida bajo el signo genérico de “La imagen del hombre”. El libro, de un gran valor artístico y polémico, está prologado por un escritor compatriota nuestro”. (6). El Sonámbulo es el pintor argentino Cándido López, cuyo eco encontramos en la versión de El fiscal que conocemos, desdoblado con el homónimo pintor paraguayo lisiado, “Acaso estos cuadros , según un enigma no aclarado aún, fueron la obra de otro pintor, un paraguayo llamado también Cándido López.”, op. cit., p. 322. (7). “Una joya desconocida: El sonámbulo de Augusto Roa Bastos”, UNED, Madrid-Valencia, artículo sin publicar de 1995. (8). Op.cit., p. 8. (9). Véase su tesina de doctorado ya mencionada, en la p. 14: “es decir, que El Sonámbulo fuera un primer esbozo de una novela localizada en el marco de la Guerra grande; un germen de un proyecto que posteriormente se transformó en El fiscal”. (10). Op.cit., p. 124. (11).Gran amigo y lector avezado de Roa, amén de sociólogo reconocido, consulté con provecho por ejemplo, Historia de la transición. Pasado y futuro de la democracia en el Paraguay, Asunción, Ediciones Última Hora, 1994. (12). Más adelante afirma que el Paí Maíz era el principal protagonista de esta versión y que versaba sobre la tortura, en una extraña fusión entre el Fiscal y su víctima, el obispo Palacios, que le pareció a él superior incluso a Yo el Supremo, en cuanto a dualidad y dialogismo. Asevera también que fueron publicados unos capítulos en ABC Color, entre el 86 y el 88, pero resulta imposible porque estaba clausurado el diario por Stroessner, por fin dice que Roa entregó una versión a Amnistía Internacional, pero no hay allí archivos anteriores al 98. (13). En Hijo de hombre, Madrid, Alfaguara, 1990, (1985), (1960), p. 252,en el diario íntimo de Miguel Vera, en Destinados, ya aparece aquella pulsión de narrar a ese personaje tan ambiguo, “Alguien debería escribir alguna vez la historia de la gente como Maíz.”, ya ronda en la mente de Miguel Vera aquel “anti-héroe por excelencia”, ibid., p. 246, al cual descubre entre los libros que le mandan desde Asunción, en las Memorias del Padre Fidel Maíz, otra vez lo endotextual preside la aparición de lo que viene a ser, más que el hipotexto de El fiscal, el libro ausente de Roa… (14). Véase otra vez la tesina de José Vicente Peiró, op. cit., p. 16: “El mismo Roa añade en esta entrevista(“La eterna guerra al imposible”, entrevista de Bareiro Saguier, O. de León y F. Navarro, La Plata, Talita, n° 4, junio de 1983, p. 138), que uno de los capítulos fuertes de El fiscal (esfumado) trata el tema del torturador y su víctima, tan corriente según él en nuestros días y tan antiguo a la vez, de las torturas infligidas a los prisioneros de las siniestras cámaras de tortura y muerte, y que hay una escena en los tribunales de sangre de Paso Pacú, en que Paí Maíz confiesa al obispo Palacios que va a ser fusilado y a quien el fiscal de López le conforta con estas reflexiones”. (15). Morena Tarsis, alias Jimena, alias Iris Giménez, es escrita, como personaje de ficción, por esta carta, que Félix Moral le destina; es más habría impulsado el gesto crematorio, y por tanto la re-escritura, viene a ser pues una instancia hipertextual que lo re-escribe a Roa… También se puede ver en ella a un doble femenino del narrador, con el cual echa ese terrible pulso, excusado es decir que sale ganando, dado que la excursión magnicida a Asunción termina fracasando por completo. (16). Habida cuenta del amor como temática dominante en la obra, uno no puede sino pensar que la elección de esta ciudad, donde nunca vivió Roa, no es sino una clara alusión a Hiroshima mi amor… (17). El fiscal, op. cit., p. 63, no opina otra cosa José Vicente Peiró, en su tesina, op. cit., pp. 230-232: “En suma la historia de amor entre Félix y Jimena es el verdadero núcleo narrativo de la novela sobre el que desembocan el resto de las tramas… podemos concluir que la dictadura y los motivos relacionados con ella quedan como trasfondo de la historia de amor que discurre en la novela. Desde esta perspectiva El Fiscal es fundamentalmente una historia de amor”. (18). O porque en realidad, “no importa quien habla”, como lo sugiere el primer epígrafe, citando a Beckett… (19). Otra vez lo endotextual preside en la creación roabastiana, la carta viene a ser el libro del libro que estamos leyendo, algo muy recurrente en la obra de Roa, basta con citar las Cartas desde los campos de batalla del Paraguay, de Burton, la Carta a la Doctora Monzón de Miguel Vera, y en la obra que nos interesa la carta De Jimena Tarsis a la madre de Félix Moral, los endotextos pueden revestir otros aspectos, los Apuntes del Dictador, Las Notas del Compilador, La Letra al margen, el Diario de a bordo de Miguel Vera en el Penal El Paraíso, no alcanza el tiempo para citar aquí todos los ejemplos… (20). El fiscal, op. cit., p. 27. (21). Ibid., prefacio, p. 9. (22). Ibid., p. 27. Es de notar otra vez que las prosopopeyas son recurrentes en la obra de Roa, los Apuntes del dictador en Yo el Supremo, la Carta a la Doctora Monzón en Hijo de hombre, son los discursos de narradores acechados por la muerte. (23). “Siento vivo en mí el amor de una mujer que murió amándome. Salvo Que vida y muerte sean una sola mentira”, El trueno entre las páginas, Asunción, Intercontinental Editora, 2002, p. 121. (24). El fiscal ausente “antilopista” habría escrito “un voluminoso y furibundo libelo contra Solano López, titulado “Un tirano del Paraguay”. El escrito (de Carmona) constituye una refutación del libro del fiscal. Èste le acusó el reto. Se advierte que dedicó al manuscrito una sañuda atención las notas y comentarios de puño y letra dejados en los márgenes- la mayor parte de los cuales se reproducen aquí las refleja torvadamente”,cita sacada de Cerro Corá I, por José Vicente Peiró; véase su ya mencionada tesina, p. 69. (25). Tampoco se puede descartar el hecho de que El Fiscal de Félix es Jimena, quien vaticina el desastre y se queda con la última palabra… (26). Op. cit., pp. 364-365. (27). “La escritura como proceso mítico”, entrevista con Augusto Roa Bastos (II), Sendero, Asunción, 30 de abril de 1982, p.8. (28). Lo relevante dentro de nuestra perspectiva es que nunca menciona en esta entrevista y en la nota de Toulouse El fiscal que conocemos, puesto que aún no estaba publicado, pues la definición que da de la obra, centrada en la imposibilidad de juzgar, tiene que ver con la versión desconocida… (29). En boca de Cristóbal Jara, en Misión, op. cit., p. 355. (30). En Yo el Supremo, nada se narra… |
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